Entre sueños escuche que llamaban a al puerta. No pude levantarme a abrir porque, para variar, Rex tenía su pata encima de mí. Pero Tencho e Ickey si se dieron cuenta y presurosos despertaron a Alejandro. Éste emergió de las hondas profundidades del zócalo marino (su edredón con doctorales y serios dibujos de animales marinos) y contestó un asustado y amodorrado – ¿qué pasa?-.
–Alex, haré un viaje- fueron las palabras que salieron de detrás de la puerta. Le hice cosquillas en la panza a Rex y logré salir también del zócalo marino. – ¿Qué, cómo?, pasa ya estoy despierto- balbuceó Alejandro tratando de despegarse algunas lagañas de los ojos para que en verdad pareciera que ya estaba despierto.
La puerta se abrió, era Gaby con Patu y Gordu. –Ale, mi Jefe Pluma se ha convertido en angelito y voy al aeropuerto a buscar un vuelo para México.- Alejandro saltó de la cama y siguió con el carrusel de preguntas – ¿Cómo, cuándo, qué… cuándo te enteraste?-.
Cuando pude salir de la habitación le pregunté a Patu y Gordu el por qué de tanto alboroto y me repitieron lo que ya había escuchado, que el Pluma se había convertido en angelito y tendrían que viajar en avión para verlo entre nubes.
Por más que intentaba sonsacar a Patu y Gordu me di cuenta que ellos tampoco entendían mucho de lo que pasaba. No nos poníamos de acuerdo si era algo triste o feliz pues entre los silencios y las lágrimas salían frases como “está en un lugar mejor” o “era lo que quería”.
Al final del día todas mis dudas sobre plumas, ángeles y viajes permanecían intactas. Al caer la noche me colé en la mochila de Alejandro y cuando me asomé estaba de nuevo en el aeropuerto acompañado por una comitiva que abrazaba a
El viaje a casa fue silencioso.
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