martes, 26 de junio de 2007

¿Y dónde está la luna de Valencia?



—¿Recuerdas aquella luna enorme que salía en la película de Lucía y el Sexo? Pues vamos hacia el lugar dónde sale esa luna —. Así fue como me enteré que íbamos a Valencia. Durante las cuatro horas en el tren soñé con esa luna que parecía un enorme disco de queso o una gran bombilla luminiscente que atraía hacia a mí los insectos más deliciosos.

Paseamos un rato por el centro de la ciudad y yo esperaba la noche ansiosamente. Por desgracia justo cuando empezaba a caer el sol nos entramos al teatro a ver “Homo Políticus”. Debo decir que se me olvidó lo de la luna con la obra de teatro en dónde todos salían desnudos como yo. Por su parte Alejandro estaba contentó de reencontrarse con Paola, a la cual según me contó llevaba más de año y medio sin ver.

Acabó la función y nos adentramos a la noche valenciana. ¡Pero era una noche valenciana sin luna! Por más que la buscaba por detrás de los edificios no la hallé. La única respuesta que conseguí fue un —Pero si es luna nueva Scorch, tuvimos mala suerte. —

Como no entendí es de la luna nueva, pues al día siguiente le pedía a Alejandro que fuéramos a la playa para que los edificios no me taparan. Ni aún así tuvimos suerte, la luna estaba escondida y se negaba a salir. Al ver mi decepción, Alejandro prometió llevarme a un lugar con la promesa de —Vas a flipar Scorch, créeme. —

Y de verdad flipé. Estar en la Ciudad de las Artes y las Ciencias es como estar en otro planeta. Hay edificios en forma de tortugas gigantes y otros que parecen barcos espaciales. También hay túneles que amenazan con mudarte de dimensión. Los insectos y las hierbitas tampoco sabían mal., tenían un sabor de río bastante peculiar.

Pero la aventura no quedó ahí, entramos al barco espacial obra de un tal Calatrava y en su interior había muchos juguetitos. Espejos que te cambian la forma, básculas que te dan la cantidad de agua que tiene tu cuerpo, salas con ruidos de selva, botes con olores de mar, distorsionadores de voz, en fin todo para mantener a un niño ocupado por todo un día. No quiero decir que Alejandro sea un niño, pero tiene la cualidad de divertirse con cosas simples y si yo que me divierto hasta con mi sombra pues ya se imaginarán que casi nos corrieron del museo.

El último día fuimos al Oceanografic con la esperanza de cumplir mi sueño de vivir bajo el mar como el cangrejo de La Sirenita, pero por más que intenté tirarme a alguna pecera Alejandro me detenía. Cambié de opinión cuando en un tanque vi un gran tiburón que casi hizo que me hiciera pipí del susto. He aquí el tremendo tiburón:

http://www.youtube.com/watch?v=ElPWqsTGqaA

Poco después nos alcanzaron el Patu, el Gordu y la Gaby. Paseamos por la ciudad y encontramos una feria de embutidos y vino de la cual Gaby y Alejandro salieron rodando. Hacia la noche del domingo tomamos el tren de regreso a Barcelona y yo por si las dudas busqué la luna todo el camino hasta que me quedé dormido.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Es una pena...la "lluna de València" és muy muy especial. Es roja, naranja, amarilla, plateada, blanca...grande, cercana, acojedora... la mejor es la de agosto. Bueno, así la veo yo...