miércoles, 9 de junio de 2010

Sin City

Como les contaba en el post anterior, lo que parecía un inofensivo viaje de vuelta a Los Ángeles terminó en la ciudad conocida como Sin City, es decir, Las Vegas. La tía Laura venció el miedo y manejó las 4 horas que separan a la capital del juego con la capital de los autos, mientars que Alejandro y yo servíamos de DJ's para amenizar el trayecto a través del Estado de Nevada.

Por ser jueves conseguimos hospedaje económico en el famoso Hotel Stratosphere, ese que tiene una torre que parece una nave espacial. Dejamos nuestras cosas en el hotel y nos internamos en la noche del "vicio y la perdición".


Primero visitamos la parte vieja de Las Vegas, y digo vieja porque según nos explicaron los primeros casinos fueron construidos allí. En la famosa calle Fremont Drive nos metimos a nuestro primer casino y tomamos nuestra primera bebida espirituosa de la noche. La tía Laura tomó un vino, Alejandro pidió una cerveza (para no variar) y yo un pequeño chupito de un licor de hierbas. Tomamos nuestro aperitivo mientras disfrutábamos de un show en una pantalla gigante pegada al techo de Fremont Drive.


Mis lectores sabrán que me emocionan mucho las lucecitas y esta vez no fue la excepción, quedé boquiabierto de la luminosidad de la ciudad. Manejamos por Las Vegas Boulevard hasta el Copacabana, donde vimos uno de los únicos shows gratis que hay en la ciudad. La verdad no me impresionó mucho, mujeres con poca ropa bailando y navegando por el techo del casino aventando collares, creo que Alejandro tiene otra opinión pues tomó varias fotos que no subiré a este blog. Por desgracia después de cenar un sueño feroz atacó a la tía por lo que nos retiramos a dormir a nuestras espaciosas habitaciones.


El día siguiente recorrimos los lobbies de los hoteles: el Bellaggio con su jardín japonés, el Caesars Palace con su Coliseo, el Venetian con unos canales artificiales en su interior, el Paris con su Tour Eiffel falsa, en fin suntuosidad sin historia, como dice Alejandro.

Por la tarde no nos quedó otyra más que jugar, sería penoso estar en Las Vegas y no jugarse por lo menos un dolar. Le propuse a Alejandro que apostara su beca en el backgammon o la ruleta pero cais me deja empeñado con una croupier de castigo. El gran descubrimiento fue que si juegas en cualquier casino, la bebida -cualquiera- es gratuita.



Volvimos por la noche a LA para embarcarnos al día siguiente de vuelta a Barcelona, fue una gran estancia con la tía que ojalá se repita pronto.

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