jueves, 1 de julio de 2010

London bridge is not falling down


Despúes del largo viaje a México, Los Ángeles y Las Vegas tuvieron que pasar 4 meses para que, como dice Alejandro, volviera a agarrar agua la nube y pudieramos viajar de nuevo. Esta vez el pretexto -siempre hay uno- fue el Congreso sobre Sociedad y Vigilancia al que Alejandro quería asistir para platicar con un investigador, que le facilitaría la posibilidad de viajar a Canadá. Así que este viaje fue el pretexto para buscar otro pretexto para otro viaje futuro, ¡Guay! como dicen por estas tierras.

Para no volver a ejercer el oficio del extrañamiento, esta vez Cristina hizo todo lo posible para acompañarnos y así fue como partimos los tres a la ciudad de Dickens, Jack el Destripador y el Chelsea F.C. Precisamente en el hotel del Chelsea F.C nos hospedamos y guardamos silencio sobre nuestra sangre blaugrana.

Desde el primer día -y dada nuestar restricción presupuestal- Alejandro y Cris hicieron el voto de caminar lo más posible pues con el precio de un autobus en Londres bien puedes comer una comida corrida en México. Afortunadamente el clima nos sonrió y para nuestar sorpresa ninguna nube de tormenta nos persiguió al salir del hotel.


El primer sitio que visitamos fueron los Almacenes Harrods, donde Alejandro se acordó especielamente de su madre consumista y su hermano enamorado de la ropa de diseñador. Posteriormente nos enfilamos hacia el famoso Soho caminando por Picadilly Circus. vale la pena contar que en el viaje Alejandro se ocupó de la ubicación espacial y Cristina de memorizar las atracciones. Yo simplemente ejercía voto de calidad cuando les daba por ponerese democráticos o estaban tan cansados que no podían decidir.

Ese mismo día tuvismo la suerte de encontrar varios puestos de comida alrededor del Mercado de Covent Garden. Había de todo, hamburguesas, salchichas, kebab, arroz, pasta, hasta comida vegetariana para mí. Además de la música en vivo, la gran ganancia del día fue un chelsea bun -algo así como un rollo de canela- que nos salió gratis.

El día siguiente jugaba el Barça contra el Madrid, por lo que nuestra visita se vería interrumpida por tan notable evento deportivo. Así que decidimos simplemente ver lo más representativo de Londres, es así como llegamos al reloj gigante ese que impresiona tanto, a la Abadía de Westmintser y al Palació de Buckinham. A ninguno de ellos pudimos entrar ya que no era temporada de verano. Esto nos dio tiempo para caminar un poco a la orilla del Thames y buscar un bar para ver el partido. Finalmente tuvimos que pagar 5 pounds para entrar al bar y ni siquiera nos dieron uan consumición, pero como dice un comercial, ver ganar al Barça no tuvo precio. Aún con la adrenalina del partido volvimos al hotel caminando y no miento si les digo que hicimos como dos horas y media. Los pobres llegaron tan mlatrechos que al día siguiente decidieron probar el metro de Londres.



Como era de esperarse, lo pirmero que hizo Alejandro al entrar al metro fue contar las CCTV's -sin comentarios-. Ese día lo dedicamso a museos. Primero la Tate Modern y luego el British Museum, o como lo llamó Alejandro "la quintaesencia del robo arqueológico". Este último fue tan impreisonante que volvimos el último día. Ese mismo día encontramos otro mercado, el de Brick lane, donde comimoms una extraña pizza japonesa de col con queso y un arroz tailandés, yummmy!!


Cristina nos abandonó pues tenía que regresar a trabajar, y Alejandro me llevó al congreso. Sólo pudimos entrar a 3 sesiones pero según el valió la pena, pudo apalabrar la estancia en Canadá y
conocer otros individuos interesados en su tema de tesis.

No se por qué razón nos habíamos resistido tanto a visitar Londres, es una ciudad cara pero bien vale la pena visitarla, sobre todo cuando no llueva.


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