viernes, 2 de julio de 2010

¡Think norwegian!


Otra vez con pretexto de un congreso nos hemos ido de pata de perro -o de puercoespín. Esta vez el paraje escogido fue Oslo, pintoresca ciudad en la gélida Escandinavia. Afortunadamente el clima en verano es menos agreste y no tuvimos que empacar como si fueramos a Siberia. también para nuestar buena estrella, Alejandro tenía una amiga -Alejandra- que nos dio asilo político durante una semana.

La lluvia y un pertinente viento nos recibió y enseguida la garganta de Alejandro lo resintió, empezando lo que sería una semana de tosidos estornudos en diferentes tonos. Creo que psicológicamente ya se sentía en verano y la necesidad de llevar chamarra fue lo que doblegó sus defensas bacteriológicas. En fin, en la línea de su mamá, la enfermedad quedó en segundo plano y las responsabilidades -y el turismo- se hicieron diligentemente.



El congreso fue titulado "New landscapes of justice and security" y mi buen amigo dio su show entre tosidos y chistes. A diferencia de otros congresos donde ha habaldo, esta vez consiguó la atención del público y generó diversos y coloridos comentarios que lo dejaron bastante contento. también le provocó mucha felicidad que la universidad pagara la comida y la bebida todo el día. Debo decir que tal detalle fue una gran ayuda para nuestro ajustado presupuesto y lo aprovechamos hasta el punto mexicano de llevarse un bocadillo y tres rebanadas de pastel para que nos se fueran a desperdiciar.

El clima fue itinerante toda la semana, a veces llovía y a los 10 minutos salía un sol que ocasionaba que todos los noruegos se pusieran en traje de baño y se tumbaran en la franaj de pasto más cercana. Ale nos hizo el favor de prestarnos su credencial para las bicicletas públicas así que pudimso ver Oslo con los ojos del ciclista ya que no nos subimos al metro ni una sola vez.

Visitamos todo lo que había que visitar en Oslo, su famosa Opera que parece estar emergiendo del oceano, su castillo -bastante sencillo por cierto-, la fortaleza Akershus, el museo de los barcos vikingos y del famoso explorador Heyerdahls.

Sin embargo lo que más disfrutamos fue al compañía de Ale, su esposo Knut y su linda hija Sara María, que dicho sea de paso no nos hablaba cuando llegamos pero hasta nos incluis ane sus juegos unos días después. Con ellos fuimos a nuestro primer cumpleaños noruego y Alejandor pudo confirmar que quizás tenga un antepasado noruego pues la comida -especialmente los postres- es parte fundamental de estos festejos.

Otro episodio interesante que nos ocurrió fue conocer a una linda chica noruega que quería salvar a un pobre cuervo que se habia caído de su árbol. en un pequeña plaza entre la Opera y la Estación Central, Alejandro se dedicó a estar con ella mientars los junkies locales evitaban que la chica se llevara el cuervo a un veterinario esgrimían teorías sobre la monogamia y la fidelidad de los cuervos. Sin que me vieran yo pude hablar un poco con el cuervo, que en medio de su agonía estaba feliz porque hubiera aún personas en el mundo que se preocuparan por la vida.


El útlimo día pudimos ver el museo de Edvard Munch y ver las famosas pinturas de "El grito" y "Los vampiros" que fueron robadas hace no mucho tiempo. Buen museo que no pudismo ver en la semana debido a una huelga de guardias de seguridad.

Con la misma tos en sol menor, pero con un mejor clima volvimos a Barcelona muy agradecidos con Ale, Knut y sara marñía y con la esperanza de volver a Noruega para presenciar las auroras boreales y el sol de media noche.



1 comentario:

chelayork dijo...

Jajaja! Querido Scorchy, me pareció genial que no perdieran su identidad: aplicar el tupperware fue La Onda!